El grado de implicación que adoptemos en su cuidado dependerá de muchos factores: la relación que hayamos tenido con ellos desde la infancia y a lo largo de la vida, nuestra situación personal, familiar, el tipo de dependencia y discapacidad de la persona a cuidar, factores socioeconómicos, etc.
La situación puede mantenerse durante largo tiempo, afectando significativamente la vida del cuidador principal que puede sentir como tiene que readaptar su vida a los cuidados del mayor. Aunque esta tarea pueda reconfortarnos si lo vivimos como un acto de amor hacia nuestros padres, la realidad es que además de las tareas propias del cuidado diario, tendremos que hacer frente a multitud de imprevistos, gestionar temas legales, médicos, toma de decisiones difíciles, etc, sintiendo que perdemos energía y libertad.
La situación y el grado de afectación diferirá dependiendo de si vivimos en el mismo domicilio que la persona dependiente, si esta vive en otro lugar y contamos con la ayuda de cuidadores profesionales o de si está ingresado en un centro residencial. No obstante, sea cual sea la situación, esto impactará en nosotros y en nuestras vidas teniendo que lidiar con lo que algunos autores han denominado la “carga del cuidador” (conjunto de problemas físicos, psicológicos, emocionales, sociales o económicos.) Ser el cuidador principal (incluso cuando no se conviva con la persona dependiente) puede afectar a nuestra vida familiar, social, de pareja, al desempeño laboral y profesional, así como a nuestra calidad de vida en general. Este estrés mantenido en el tiempo, junto con el dolor emocional que puede provocar ver el deterioro y sufrimiento de un ser querido puede poner a prueba al más resiliente.
Por otra parte, diversos estudios apuntan a que los cuidadores tienen mayor probabilidad de sufrir algunos problemas de salud como trastornos de ansiedad, diabetes, obesidad, cardiopatía, hipertensión arterial, colesterol alto, cáncer, infecciones, dolor, estrés y depresión.
Algunas señales de que sufres estrés:
- Sentimientos de agobio y preocupación.
- Sentirte cansado a menudo.
- Dormir mucho o poco, insomnio.
- Ganar o perder peso.
- Falta de interés por actividades que antes te gustaban.
- Sentirte triste.
- Tener dolores de cabeza frecuentes u otros dolores o problemas de salud.
- Abuso de alcohol o drogas, incluidos los medicamentos con receta.
- Posponer o faltar a tus citas médicas.
- Anteponer siempre las necesidades de la persona enferma a las tuyas
- Ansiedad sobre el futuro y sentimientos de culpabilidad por lo que le sucede a la persona dependiente
- Dejar de relacionarte con tus amistades en tu tiempo libre.
- Experimentar cambios de humor, ansiedad, depresión.
- Irritabilidad, falta de concentración y problemas de memoria
- Sentimientos de soledad o de abandono
- Dolores de cabeza o corporales frecuentes
Algunos consejos para combatir el estrés
Es fácil descuidarse a uno mismo ante semejante escenario, no obstante es importante atender a tu salud física y emocional para poder hacer frente a esta difícil situación.
- Pide ayuda y acéptala. No siempre es posible contar con un entorno facilitador, pero por poco que puedas pide ayuda y delega en otras personas, ya sean profesionales, familiares o amigos, algunas tareas relacionadas con el cuidado y/o con otras áreas de tu vida. ¡No todo tiene que pasar por ti!
- Concéntrate en lo que dependa de ti. No te juzgues si a veces tienes la sensación que no llegas a todo, valora lo que estás haciendo por amor a la persona que cuidas.
- Sé objetivo con lo que puedes abarcar. Ocuparse de una persona dependiente requiere mucho tiempo y energía. Divide y organiza las tareas a llevar a cabo. Prioriza lo más importante y urgente e intenta resolver los temas de uno en uno. Sé asertivo y permítete decir que NO a las demandas del entorno de las que ahora no te puedas ocupar (por ejemplo, organizar algún evento social o familiar)
- Infórmate de los servicios y ayudas que ofrecen en tu zona. Puedes informarte de los recursos disponibles a través de tu centro de salud o en oficinas de atención ciudadana
- No te aísles, mantén el contacto con amigos y familiares. Por complicado que sea, resérvate unas horas a la semana para poder salir y ver a tus amigos. El apoyo social y mantener los vínculos con las personas importantes es crucial para lidiar con el estrés en esta etapa.
- Cuida tu salud. Intenta no posponer tus citas o revisiones médicas, cuida en la medida que puedas tu alimentación y la actividad física.
¿Como te ayuda la psicoterapia?
Tener un acompañamiento especializado en este momento vital, puede ser fundamental para ayudarte a lidiar con el estrés derivado de esta situación. La psicoterapia es un espacio seguro dónde expresar la variedad de sentimientos (tristeza, frustración, agobio…) que posiblemente experimentes. Con la ayuda de un profesional podrás adquirir herramientas para enfrentar los problemas que vayan apareciendo.
Por otra parte, esta puede ser una oportunidad para trabajar aspectos que hayan quedado irresueltos en la relación con nuestros padres. En esta etapa vital es frecuente que se reactiven viejas heridas de la infancia o del pasado que quedaron sin resolver, la cual cosa puede suponer un estrés añadido y una sobrecarga a la situación actual. Recibir ayuda profesional para sanar y superar estas situaciones puede ser de gran ayuda para vivir este difícil momento de la mejor forma posible.
Si la relación que tuviste con tus padres fue cercana y positiva, cuidarles, a pesar de la carga que supone, puede ser vivido como un acto de amor y de gratitud. Si vuestra relación fue difícil, distante o incluso traumática, trabajar estos aspectos en psicoterapia te ayudará a superarlo y tal vez poder decidir libremente el grado de implicación que puedes/quieres tener en este momento.
Tanto si eres el principal cuidador como si participas del cuidado de tus mayores en algún grado, recuerda que PARA CUIDAR HAY QUE CUIDARSE, física y emocionalmente. Busca momentos para descansar, para hacer otras cosas que no giren en torno a la persona dependiente y pide ayuda si lo necesitas y no olvides que probablemente lo estás haciendo lo mejor que puedes.